Comentario
Centroamérica, formada por varias gobernaciones (la de Guatemala de Alvarado, la de Honduras y Chiapa de Montejo, y la de Nicaragua de Rodrigo de Contreras, yerno de Pedrarias) empezó a integrarse como un reino en 1542 a raíz de las Leyes Nuevas, que establecieron la Audiencia de los Confines, con jurisdicción sobre Guatemala, Nicaragua, Honduras, Chiapa (y Soconusco), Yucatán y Cozumel (incorporadas desde 1560 a México), Tierra Firme (anexada a Lima en 1550) y la provincia de Cartago (luego Costa Rica). La Audiencia gobernadora se instaló pronto (1549) en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala, que pasó a ser la capital del Reino. Aunque la Audiencia sufrió luego algunos cambios (fue suprimida y restablecida en 1570), mantuvo aproximadamente su jurisdicción centroamericana. En 1560 se nombró Gobernador de la provincia, y al restablecerse luego definitivamente la Audiencia, quedó ésta en categoría de pretorial, con el Gobierno en manos de su Presidente. La aplicación de las leyes en favor de los indios (prohibición de esclavizarles, cargarles e imponerles el servicio personal) y, sobre todo, las Leyes Nuevas, originaron el descontento de los encomenderos, que se alzaron contra el Rey dirigidos por los hermanos Hernando y Pedro Contreras, hijos del depuesto gobernador Rodrigo de Contreras. El 26 de febrero de 1550, los amotinados mataron al Obispo Valdivieso en León y proclamaron Príncipe a Hernando. Luego tomaron Granada, el puerto de Realejo y se dirigieron a Panamá, que capturaron el 20 de abril. Los realistas panameños derrotaron a los rebeldes, juzgándose luego a sus cabecillas. Hernando Contreras se ahogó en una ciénaga y su hermano Pedro desapareció.
En la Gobernación de Guatemala se realizaron algunas conquistas tardías, como las de Costa Rica y Taguzgalpa y la de los lacandones en 1559. Durante la segunda mitad del siglo XVI, la población del Reino siguió disminuyendo a causa de la catástrofe demográfica indígena. Hacia 1600, se cifraba en unos 480.000 habitantes: 12.000 españoles y criollos, entre 400.000 y 450.000 indígenas, y el resto mestizos, negros y mulatos. En la tercera década del siglo XVII alcanzó su mínimo de 350.000 habitantes, iniciándose luego una rápida recuperación. A fines de dicha centuria había ya 650.000 habitantes: 420.000 eran indios, unos 30.000 españoles y criollos, unos 150.000 mestizos, y el resto esclavos y castas. Las costas, casi deshabitadas, fueron repobladas con negros. Las ciudades españolas eran pequeñas. La única realmente próspera era Santiago de Guatemala.
La economía del Reino fue principalmente de subsistencia. La comercializable se centró en el cultivo del cacao y el añil. El primero era de excelente calidad y se producía en la costa pacífica que iba desde Soconusco hasta el golfo de Nicoya. No pudo resistir la competencia del cacao de Guayaquil, entrando en crisis a fines del siglo XVI. El añil se cultivaba en las tierras bajas de la costa del Pacífico y requería un proceso de semielaboración en obrajes con mano de obra indígena. Aunque la encomienda se hundió igual que en otros lugares, la hacienda tuvo cierto auge, beneficiándose de la abundante mano de obra asalariada de los ladinos, término genérico con el que se designaba a los mestizos y a los indios españolizados. Otras producciones notables fueron los bálsamos, la zarzaparrilla, achiote o bija, tabaco, vainilla y resinas. La ganadería fue otra de sus riquezas. Los españoles se dedicaron al ganado mayor (caballos, reses y mulas) y principalmente en el centro de Honduras, la Choluteca y Nicaragua, donde el decrecimiento de la población indígena dejó unas tierras baldías aptas para la cría. Los indios se ocupaban del ganado menor (ovejas, cabras y cerdos). El Reino contó, además, con alguna producción argentífera en las minas de la región central de Honduras y en la Nueva Segovia (Nicaragua). Guatemala tuvo un Colegio Universitario, el de Santo Tomás, transformado el año 1676 en Pontificia y Real Universidad. También albergó la tercera imprenta de la América Hispana (1669), gracias a la inquietud del obispo fray Payo Enríquez de Rivera.